El suministro y el control de los recursos minerales aparece hoy como una cuestión central para el sostenimiento de la economía europea. Las actuales políticas de las instituciones europeas, enmarcadas en el discurso de la transición energética y digital, han multiplicado el interés y la necesidad de acceso a cada vez más minerales, tal y como reconocen el Pacto Verde y las recientes estrategias y planes sobre industrialización y materias primas. Las placas fotovoltaicas, las turbinas eólicas y las baterías eléctricas necesitan aluminio, cobre, plata, cadmio, níquel, manganeso, cobalto, tierras raras y litio, entre otros minerales. Ante este panorama, surge una relación estrecha entre el aumento del consumo de minerales y la agenda políti- co-económica europea, que tiene como consecuencia el incremento del número de proyectos mineros que se pretenden explotar dentro de las fronteras europeas.
En el caso de España, las solicitudes de licencias de explotaciones mineras han ido en aumento tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera de 2008. Desde ese momento, se produce un repunte de los precios de los metales que lleva a muchas compañías y fondos de inversión españolas a introducirse en la mi- nería especulativa. Un modelo de negocio en el que no importa tanto la extracción de minerales como la especulación con los derechos sobre los mismos. Los bene- ficios potenciales se convierten en elementos con los que negociar inversiones a futuro y fomentar la rueda de la especulación financiera, antes incluso de que tenga lugar la extracción de minerales.
Explotaciones mineras que son, a su vez, desarrolladas bajo la visión de un me- gaproyecto. Es decir, iniciativas empresariales de significativo tamaño y volumen de inversión con el objetivo de apropiarse de territorios y bienes naturales en favor de la acumulación de capital. Se trata de un fenómeno sistémico que se reproduce en territorios periféricos y semiperiféricos del planeta, pero también en los centros del sistema. Su impulso recae tanto en el capital público como en el privado, siendo las empresas transnacionales las principales protagonistas de la cadena internacio- nal de entidades que participan y son responsables de cada megaproyecto, desde su financiación hasta el desarrollo efectivo de su actividad. Aunque los megaproyectos abarcan una diversidad de sectores económicos, el minero-energético es uno de los que más iniciativas de este tipo acumula.
Bajo este fenómeno sistémico, se ha realizado una investigación para analizar el proceso de expansión de las compañías mineras ligado al aumento de la demanda de minerales asociados a la transición energética y digital. Un análisis que abarca los patrones que habitualmente siguen las grandes empresas en su implementación y los impactos económicos, ambientales, políticos y socioculturales vinculados a este tipo de operaciones. La tercera pata de este marco de análisis son las claves de resistencia social a los megaproyectos, dimensión que se recoge de forma breve en este informe y que se analizará con más profundidad en una publicación posterior. A partir de este marco teórico, se estudian cuatro casos de proyectos mineros que se están tratando de desarrollar en estos momentos en el Estado español: las minas de Touro y San Finx (Galicia), de San José Valdefórez (Extremadura) y de Retortillo (Castilla y León). A pesar de que son cuatro megaproyectos mineros ubicados en diferentes territorios del Estado español, operados por diferentes empresas y de los que se extraen diferentes minerales, son casos paradigmáticos de la dinámica planetaria seguida por los megaproyectos.
Frente al discurso hegemónico que vincula estos megaproyectos con el pro- greso, la creación de empleo y el volumen de las inversiones, los resultados de apli- car este marco de referencia a estos cuatro casos sacan a la luz muchas afectaciones que este tipo de iniciativas suelen provocar, pero que suelen permanecer ocultas de manera deliberada.
Esta publicación es una versión resumida de una investigación más amplia sobre el fenómeno de los megaproyectos que han realizado Amigos de la Tierra y OMAL. Puede consultarse el informe completo aquí.